Desde AMES colaboramos con la campaña internacional #SpeakVolumes promovida por
The Or Foundation para amplificar su mensaje en España. Juntas reclamamos a las marcas de moda de todos los tamaños que publiquen, de forma clara y anual, sus volúmenes de producción en unidades y no solo en peso.
Sin datos, no hay responsabilidad.
5 razones
para hacer públicos
los volúmenes de producción anuales
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No existen datos fiables sobre cuántas prendas se fabrican cada año. Las estimaciones actuales oscilan entre 80.000 y 150.000 millones de prendas al año. Esta enorme laguna de datos es inaceptable.
Para poder resolver la crisis de residuos de la moda y avanzar hacia una economía circular, necesitamos saber cuántas prendas se están produciendo. Sin cifras, no se pueden diseñar políticas efectivas ni aplicar medidas de reducción del impacto ambiental.
Aunque no tengamos datos oficiales, las consecuencias son visibles. Los residuos textiles están devastando ecosistemas y comunidades en todo el mundo: desde el mercado de Kantamanto en Ghana, hasta el desierto de Atacama en Chile o el vertedero de Dandora en Kenia.
A diferencia de otras métricas de sostenibilidad, el volumen de producción es un dato que las marcas pueden calcular fácilmente y que cualquier persona puede entender. Es una medida concreta y accesible para exigir transparencia.
Los volúmenes de producción afectan a toda la cadena de valor: personas trabajadoras en fábricas, repartidores, diseñadoras, minoristas, tiendas de segunda mano y recicladoras. Saber cuántas prendas se fabrican es clave para lograr una moda más justa.

¿Qué es el Colonialismo de Residuos Textiles y de Calzado?
Según The World Economic Forum, se producen alrededor de 150.000 millones de prendas al año, siendo la moda responsable del 10% de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Muchas de estas prendas terminan su ciclo vital en países del Sur Global, a los que viajan con el pretexto de la caridad o el reciclaje, pero que realmente son prendas de segunda mano de baja calidad, que terminan contaminando vertederos, playas o desiertos, añadiendo una capa de contaminación y problemáticas de salud a países en vías de desarrollo, en una combinación que disfraza la sobreproducción del Norte con la falta de capacidad para tratar los desechos textil en el Sur.
Bajo estas coordenadas geográficas de la industria textil, nace el concepto de Colonialismo de Residuos Textiles y de Calzado, para cuestionar el modelo actual de la industria de la moda, donde la responsabilidad por la gestión del residuo textil y de calzado no recae todavía en productores occidentales, que son los que obtienen ingresos, ni en los consumidores occidentales, que son los que disfrutan de la prenda nueva, sino en las comunidades del Sur Global, que carecen de la capacidad técnica y financiera para gestionar la avalancha textil, y que, por tanto, reciben el impacto directo de la contaminación de sus ecosistemas.
Así, el concepto de Colonialismo de Residuos busca poner el foco en que el comercio internacional de ropa de segunda mano realmente se usa para disfrazar el verdadero objetivo, que es deshacerse de forma fraudulenta de los residuos textiles producidos en el Norte.




